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COP29: Un Diálogo Global Necesario para Redefinir la Movilidad Climática

En el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, COP29, el evento se presentó no solo como una oportunidad para discutir las políticas globales, sino como un espacio fundamental para integrar voces diversas que representan la compleja realidad del cambio climático. Como delegada en representación de Colombia, tuve la oportunidad de compartir la perspectiva del Sur Global, particularmente de América Latina y el Caribe, en torno a un fenómeno que ha comenzado a tomar una urgencia existencial: la movilidad climática.

El hecho de que la región de América Latina y el Caribe, que alberga algunos de los ecosistemas más vulnerables del planeta, esté a la vanguardia de las discusiones sobre movilidad climática no es fortuito. Al ser una región que enfrenta impactos ambientales severos, los desafíos no solo son ecológicos, sino profundamente humanos y sociales. En este sentido, la conferencia se convirtió en un escenario crucial para discutir cómo las soluciones a la crisis climática deben necesariamente considerar estos vínculos entre las realidades socioambientales, la movilidad humana y el desarrollo económico sostenible.

En una mesa que reunió a líderes influyentes como la ministra de Medio Ambiente de Chile, Maisa Rojas, el expresidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, la delegada de México Pamela Escobar Vargas, la delegada de Jamaica, Rahe-Wanitanama, y la subsecretaria interina del Departamento de Estado de los EE.UU., Marta Costanzo, quedó claro que la única forma efectiva de abordar la crisis climática es desde un enfoque que sea inclusivo, intergeneracional e interregional. Este tipo de diálogo permite profundizar en soluciones innovadoras que no solo son prácticas a nivel local, sino también viables en un contexto global cada vez más interconectado.

Lo que resulta aún más fundamental es que las discusiones sobre el cambio climático deben dejar de ser exclusivas, centradas en datos y modelos estadísticos, para convertirse en un espacio donde las realidades del día a día, las historias personales y las experiencias de las comunidades más vulnerables se conviertan en el motor para la acción política y global. Las narrativas de las comunidades desplazadas por desastres naturales, los pueblos indígenas que protegen sus territorios o las mujeres rurales que luchan por garantizar la seguridad alimentaria, deberían ser los ejes de las negociaciones, más que una nota al pie en informes técnicos.

Es en este contexto, y con este entendimiento, que el trabajo realizado por organizaciones como el Global Centre for Climate Mobility (GCCM) es fundamental. La creación de estos espacios de diálogo no solo proporciona una plataforma para que las voces del Sur Global sean escuchadas, sino que también permite una reflexión crítica sobre la urgencia de reconfigurar las respuestas políticas y las estrategias climáticas de forma que no solo se adapten a las realidades locales, sino que se transformen en soluciones inclusivas para todos.

La presencia de líderes y delegados de diferentes países y sectores en la COP29 subraya una verdad cada vez más evidente: la crisis climática no será resuelta con políticas homogéneas, sino con un enfoque que valore las perspectivas y conocimientos de aquellos que ya están experimentando sus efectos de manera directa. En ese sentido, la movilización de actores diversos, como lo ejemplifica la participación de Juliana Jiménez Velandia, fundadora de Convergencia Hub, es una muestra de cómo las voces juveniles, locales y de la sociedad civil son cruciales para redefinir la narrativa del cambio climático y las soluciones hacia un futuro sostenible.



 
 
 

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