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Redefiniendo el Liderazgo Climático: El Poder del Intercambio de Saberes entre Jóvenes del Sur Global en la COP29

En el contexto de la crisis climática global, los jóvenes del Sur Global están emergiendo no solo como testigos de las consecuencias de esta catástrofe planetaria, sino como actores fundamentales en la configuración de un futuro más resiliente y justo. A través de su participación en espacios como la COP29, donde los delegados juveniles del Global Centre for Climate Mobility (GCCM) se reúnen, se abre un espacio crucial para el intercambio de experiencias y la creación de alianzas intergeneracionales que trascienden las fronteras geográficas y culturales.

Este intercambio no es simplemente una transmisión de información; es un proceso de codificación y decodificación de saberes en los que se encuentran los conocimientos locales e indígenas, las experiencias de la diáspora y las estrategias científicas globales. Los jóvenes delegados del Sur Global, como portadores de una memoria colectiva marcada por la vulnerabilidad frente a las crisis socioambientales, no se limitan a recibir lecciones de los actores globales. Más bien, a través de su trabajo colaborativo, comienzan a reconfigurar el marco mismo de la justicia climática, desafiando paradigmas y proponiendo soluciones inclusivas, contextualizadas y multiescalares.

Este intercambio de aprendizajes tiene una importancia fundamental, ya que permite, por un lado, la creación de una red global de conocimientos que se nutre de la pluralidad de voces y realidades. La perspectiva del Sur Global, históricamente marginada en los foros internacionales, se convierte en una pieza esencial para redefinir las estrategias de adaptación y mitigación frente al cambio climático. Las soluciones que emergen de estas interacciones no son solo innovadoras, sino profundamente adaptadas a las realidades locales, donde los ecosistemas frágiles y las comunidades vulnerables requieren de respuestas que respeten su autonomía, sus formas de vida y sus saberes ancestrales.

Por otro lado, este proceso de aprendizaje mutuo también plantea una reflexión crítica sobre las dinámicas de poder en las negociaciones climáticas. En un sistema en el que el conocimiento científico tradicionalmente ha sido considerado como la única fuente legítima de verdad, el reto radica en equilibrar las epistemologías diversas que han surgido a lo largo de la historia. La integración de los conocimientos indígenas y locales en los espacios de toma de decisiones es imperativa, no solo para diseñar soluciones más inclusivas y efectivas, sino también para reconocer la validez de los saberes que durante tanto tiempo han sido invisibilizados en los grandes foros internacionales.

Los jóvenes del Sur Global, actuando como delegados de sus respectivas regiones, asumen la tarea de articular esas voces divergentes. Están posicionándose no solo como representantes, sino como mediadores entre el conocimiento tradicional y el científico, entre los desafíos locales y las soluciones globales. En este sentido, la COP29 se convierte en una plataforma privilegiada para replantear las dinámicas de poder que prevalecen en las negociaciones climáticas, promoviendo un modelo más horizontal y menos centralizado en las voces de los países del Norte Global.

A través de este trabajo colectivo, se están construyendo alianzas que van más allá de la diplomacia tradicional. Estas alianzas son la base sobre la cual se articulan estrategias de resiliencia que responden a las realidades específicas de cada comunidad, pero que también se proyectan hacia una acción global coordinada y coherente. Al aprender unos de otros, al compartir experiencias de adaptación, al intercambiar estrategias de movilización y participación, estos jóvenes están construyendo no solo un futuro sostenible, sino una nueva concepción de justicia climática que está marcada por la equidad, la solidaridad y la interdependencia global.

Este proceso de intercambio y colaboración, sin embargo, no está exento de desafíos. La reconciliación entre las diferencias culturales, políticas y económicas requiere de un compromiso ético con la justicia climática, un compromiso que va más allá de los acuerdos formales y se traduce en un cambio de paradigma en las relaciones internacionales. Los jóvenes del Sur Global, al involucrarse activamente en estos procesos, están redefiniendo lo que significa ser un líder climático en el siglo XXI, trabajando no solo por la supervivencia de sus comunidades, sino también por la creación de un espacio compartido donde todos, independientemente de su ubicación geográfica o situación económica, puedan participar activamente en la construcción de un futuro más equitativo y sostenible.

Este tipo de trabajo conjunto no es solo un ejercicio de diplomacia juvenil, sino un acto de resistencia ante la creciente deshumanización de los debates climáticos. Es un llamado a la integración de saberes, la validación de las voces históricamente silenciadas y, sobre todo, una afirmación del derecho de los pueblos del Sur Global a ser protagonistas en la construcción de su propio futuro climático.



 
 
 

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